miércoles, 5 de enero de 2011

NOVELISTAS QUE NO QUIEREN SER BUENOS



-¿Qué tal?
-Bien.
-¿Qué haces?
-Currar
-Pero si hoy es noche de Reyes
-Ya
-Vaya toalla



Cuando trabajo por las noches me planteo muchas cosas. Por eso pagan más, porque hacerse planteamientos no tiene que ser muy bueno para uno mismo ni para los que te rodean. Me pregunto por ejemplo si la película de los chicos estos es tan desmitificadora como dicen o es solo un ejemplo más de "gafapastismo" intelectual camuflado por un tono irónico políticamente correcto que no escapa de la gran masa posmoderna.



Pero lo que más me preocupa de todo es: ¿Será otro peñazo más? El que sea una joya cinematográfica en cuanto a estilo o giros espectaculares de la cámara y el uso de subtítulos en detrimento de la voz en off, (¡anda! casi como en el cine mudo) a mí no me quita el sueño, al ser yo una espectadora media carente prácticamente de conocimientos técnicos sobre el arte cinematográfico.

Ojo, no nos confundamos, que no estoy ciega ni sorda, pero desde mi humilde puesto, me preocupa más que lo intelectual lo envuelva todo demasiado. Vamos, que me da miedo ver otro peñazo más con el que conciliar el sueño como me pasa con películas como El señor de los anillos o la muy de culto Cabeza Borradora. No me sonrojo. Cuando un libro me aburre o me desquicia también dejo de leer, diga lo que se diga a mi alrededor.

Todo esto viene a que últimamente el arte tiene que ser, o bien seriote y hacernos pensar (más no por favor) y reflexionar sobre temas, o bien un sinfín de moderneces que pretenden convertirlo en algo nuevo. Lo de la reflexión y lo de la reinvención de nuevas formas me parece muy bien (sobre todo en tiempos de crisis), pero necesito películas y libros que no me den pereza. Que hablen de cosas que me interesen y que sean amenos, y no me refiero a que solo se hagan comedias. Que se creen cosas potables por el bien de la humanidad, porque el agua potable de buena calidad te hace vivir. El veneno mata.

Y esta reflexión nocturna de currante me lleva así porque sí a hablar de algunas de las novelas que escriben los ingleses. A estos sí que parece importarles que lo que escriben sea divertido, ameno, y que además esté bien escrito. Pongo como ejemplo a Nick Hornby, David Lodge y Jonathan Coe. Los tres novelistas. Los tres con libros con personajes inolvidables que coinciden en más de una cosa. Los tres con el mismo estilo de descripción poética teñida de ironía (Quizás más en David Lodge). Los tres con diálogos divertidos y bien construidos (quizás no tanto como los de los Americanos que en esto de los diálogos van por delante, véase Carver, Salinger, Dorothy Parker, Paul Auster, Mad Men, Los Soprano, The Wire etc. etc.) Parece que como en Estados Unidos, los Ingleses también crean escuela, y lo hacen bien. Y si además le gusta a la gente y venden mucho mejor.

Difícil olvidarse de las aventuras y los errores del divertido Persse (Small World (1984)) en lo que David Lodge llama las nuevas peregrinaciones del siglo XX, refiriéndose así a las conferencias literarias e intelectuales del mundo académico universitario. Igual que nos quedamos con el torpe e introspectivo Benjamin Trotter (The Rotter's Club (2001), The Closed circle (2005)) de Coe. Y por supuesto el divertido Cómo ser buenos al que se le podrían hacer algunas críticas, pero que sin embargo nos deja con un buen sabor de boca. Sobre todo gracias a la divertida tesis que Hornby recoge acerca de la humanidad y la bondad -y que yo comparto- en un mundo en el que cada vez más se lleva el progre semipijo pseudoperrofláutico sociata cuya bondad, se creen ellos y algunos otros ingenuos, pasa por ayudar al mundo colgando estúpidos mensajes contra los malos tratos y la pobreza en el mundo en los muros de las redes sociales. Qué coñazo la gente que va de buena.

En los libros de estos novelistas ingleses, bien escritos, técnica depurada, no maniqueísmos, los personajes no son ni buenos ni malos, son humanos, y esto las hace divertidas, amenas y perdurables en la memoria y el tiempo.







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